La flexibilidad laboral se ha vuelto cada vez más valiosa, por eso no es de extrañar que vayan surgiendo nuevas modalidades de trabajo que promuevan un mejor equilibrio entre la vida personal y profesional. Una de estas innovaciones que está ganando terreno en el escenario europeo es el Job Sharing.
A través de una gestión inteligente, esta estrategia puede convertirse en una vía para fortalecer la estructura de la organización y, al mismo tiempo, atender a las necesidades de los empleados.
El Job Sharing es un acuerdo laboral en el cual dos personas comparten las responsabilidades y horas de un puesto de tiempo completo. Es decir, mismo trabajo, mismo sueldo, pero repartido entre dos.
En lugar de tener un empleado dedicado en una posición, son dos empleados/as quienes, de forma conjunta, se encargan de las tareas, permitiendo una distribución de horas laborales que se adecue a las circunstancias individuales de cada individuo.
La clave del Job Sharing reside en una división equitativa y bien coordinada del rol, donde cada persona debe tener muy claro cuáles son sus responsabilidades y horarios.
El concepto de compartir trabajo emergió a finales de los 70 y surgió en Holanda (Países Bajos) durante los 80.
En 1982, a través del Acuerdo de Wassenaar, empresas, sindicatos y el Gobierno holandés iniciaron el "milagro holandés", logrando una notable reducción del desempleo mediante la flexibilización laboral.
Este enfoque se implementó en Unilever, una empresa británico-holandesa, y se ha mantenido como una opción laboral voluntaria.
Sin embargo, aunque esta modalidad ha estado presente por décadas, ha ganado relevancia en tiempos recientes, particularmente en entornos facilitados por la digitalización y la globalización, que permiten una gestión del tiempo y las tareas más flexible.
De hecho, según la consultora alemana Robert Half, 1 de cada 4 empresas en Europa ya oferta este tipo de puestos, siendo el Reino Unido el país líder en ofrecerlo. Sin embargo, en España cuesta encontrar empresas que lo estén implantando.
En Europa, países como Alemania, Suiza y los Países Bajos han adoptado el Job Sharing con normalidad.
En Alemania, por ejemplo, se ha promovido como una estrategia para fomentar la igualdad de género y la conciliación familiar.
En Suiza, diversas empresas han incorporado el Job Sharing en sus modelos laborales, y han notado como se ha incrementado la satisfacción y la productividad de los empleados.
Mientras tanto, en los Países Bajos, esta modalidad se ha utilizado para proporcionar una transición suave hacia la jubilación para los trabajadores más mayores.
¿Qué ventajas son las que impulsan a las empresas a adoptar esta modalidad de trabajo?
Flexibilidad: Proporciona un espacio donde los empleados pueden organizar su tiempo de manera eficaz, facilitando la conciliación de vida laboral y personal.
Diversidad de habilidades: Al unir a dos o más personas en un puesto, se juntan diversas habilidades y perspectivas, potenciando la resolución creativa de problemas.
Satisfacción laboral: Con una mejor gestión del tiempo y menor estrés, se eleva la satisfacción laboral, lo que a su vez refuerza la lealtad hacia la empresa.
Productividad: La colaboración y el ambiente positivo fomentan una mayor productividad, y al estar más satisfechos, los empleados están más motivados.
Aunque la modalidad de Job Sharing aporta beneficios visibles, es importante no obviar los retos que también supone.
En este sentido, la comunicación efectiva y coordinación entre los empleados que comparten el puesto son cruciales. Es necesario establecer canales de comunicación claros y protocolos de coordinación que aseguren un flujo de trabajo adecuado, evitando confusiones y superposiciones en las tareas.
Por otro lado, la evaluación del rendimiento también es más compleja, ya que es necesario determinar la contribución individual en un entorno colaborativo.
Además, desde la perspectiva de la gestión, hay desafíos adicionales para asegurar que las tareas se ejecuten de manera eficaz y eficiente, haciendo que se necesite un enfoque de supervisión más estructurado y tal vez más tiempo por parte de los líderes de equipo.
Con una gestión cuidadosa y una comunicación clara, el Job Sharing puede llegar a ser una excelente herramienta para la fidelización de talento y la mejora de la satisfacción laboral.
Eso sí, cómo con todo, no es una opción que vaya a gustar a todo el mundo. Y tú, ¿qué opinas?
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